Entre los páramos calizos de los alrededores de Burgos capital y los altos valles de montaña del sur de Cantabria existe una sucesión de grandes piedras hincadas a intervalos de entre 3 y 5 kilómetros. Algunas de ellas levantan más de 2 metros desde el suelo, otras por el contrario están rotas o incluso caídas. Si bien en todas las épocas se han utilizado piedras hincadas con todo tipo de fines –marcar límites territoriales o lindes, para que el ganado se rasque– las de ese tamaño es muy probable que se correspondan con menhires prehistóricos ¡Una alineación de menhires a lo largo de casi cien kilómetros! Suena bien pero… que por su tamaño sea más o menos probable que esas piedras sean menhires no basta para que lo aceptemos así. En arqueología las hipótesis deben demostrarse, y se demuestran buscando pruebas materiales mediante la excavación u otro tipo de intervenciones en los yacimientos en cuestión.
El post de este mes va a ser más breve de lo habitual pero servirá como ejemplo de cómo en un único caso de estudio –la presunta alineación de menhires entre Burgos y Cantabria– confluyen distintas problemáticas y técnicas arqueológicas enfocadas hacia su resolución. Es además un proyecto muy importante para mí en lo personal, pues comencé a colaborar en él como alumno y con el tiempo acabé incorporándome al equipo investigador; puede decirse que “crecí” con este proyecto, así que ¡cómo no le voy a tener cariño!
1. El descubrimiento de los menhires. Prospección, prospección y prospección
Los menhires en cuestión estaban ahí desde hace miles de años pero no se conocieron hasta hace pocos años –no los conoció el mundo académico, pues los paisanos perfectamente sabían que esas extrañas piedras estaban ahí, y las interpretaban a su antojo como protagonistas de historias y mitos particulares. El descubrimiento para la ciencia de estos singulares monumentos vino de la mano del erudito burgalés Miguel Ángel Moreno Gallo. Miguel ha sido periodista toda su vida pero hace dos décadas se propuso una investigación doctoral sobre túmulos y otros monumentos prehistóricos de la provincia de Burgos, para la cual se dedicó a prospectar incansablemente todos los rincones de la provincia buscando y descubriendo medio millar de yacimientos de este tipo, hasta entonces desconocidos. Los resultados de ese trabajo de campo y de la aplicación a la distribución de los túmulos de distintos análisis de arqueología espacial se materializaron en su tesis doctoral, cuya versión publicada se tituló Megalitismo y Geografía y cuyas conclusiones podéis ojear aquí.
La prospección es la técnica arqueológica consistente en la exploración del territorio en búsqueda de indicios de yacimientos arqueológicos sin llegar a remover sedimento. Es una estrategia de búsqueda extensiva, según la cual se baten grandes cantidades de superficie en relativamente poco tiempo. Depende de lo que se busque se pueden hacer prospecciones sistemáticas, esto es que interesen a todo el territorio de forma exhaustiva, o dirigidas, orientadas a ciertos lugares propicios para la aparición de yacimientos. Por ejemplo en el caso de prospecciones en búsqueda de castros de la Edad del Hierro –orientadas a cerros- o de minas –orientadas a zonas con minerales-. En el caso de los megalitos se buscan en zonas horizontales y prominentes del terreno, generalmente con amplio dominio visual, pues ahí solían ubicarse este tipo de monumentos prehistóricos.

Prospección arqueológica
Uno de los resultados derivados de las prospecciones de Miguel Moreno fue, además de los túmulos, el descubrimiento del cerca de la veintena de menhires anteriormente mencionados. Pero, como ya se ha mencionado, una piedra hincada por muy grande que sea y aunque aparezcan materiales arqueológicos prehistóricos en sus alrededores –fragmentos de cerámica a mano o restos de sílex tallado–, no tiene por qué ser necesariamente un menhir prehistórico. Este aspecto debe siempre comprobarse mediante excavación.
2. La excavación de los menhires
Efectivamente, excavar una piedra hincada como las que nos ocupan es una única forma de verificar que ésta sea un menhir prehistórico. Pero no es tan fácil como suena. Las excavaciones generalmente se realizan en lugares propicios para la aparición de materiales arqueológicos como cámaras funerarias o áreas domésticas. En el primer caso hay restos humanos para datar y estudiar, artefactos sociotécnicos, pruebas de actividades de tipo ritual –fuego, reordenamientos de huesos y ajuar y otros–, etc. y en el segundo hay abundantes viviendas, sistemas de almacenaje, defensas, artefactos tecnómicos susceptibles de informar sobre la procedencia de su materia prima u otras cuestiones como, por ejemplo, sus huellas de uso.
Pero un menhir no era, en principio, receptáculo de inhumaciones ni, tampoco, un lugar de asentamiento: consistía simplemente en hincar una gran piedra y poco más, dejando poca o nula evidencia para los arqueólogos que hoy lo excavamos: sólo hay una zanja, el propio menhir hincado en ella así como cantos para calzarlo y que no se caiga y, en último lugar, el paleosuelo que pisaron los artífices del menhir. Con suerte, es posible recuperar algún carbón de la fosa de cimentación el cual permite fechar el momento del hincado, como sucedió con la excavación de La Cuesta del Molino (Valle de Valdelucio, Burgos) o algunos fragmentos de cerámica a mano prehistórica rotos y abandonadas en el paleosuelo, prueba indirecta de la cronología prehistórica indeterminada del lugar, como sucedió en La Buena Moza (Avellanosa del Páramo, Burgos).

Fotografía del «paleosuelo» sobre el que pisaron los que erigieron el menhir de La Buena Moza
En otros casos la excavación ha ofrecido más información pero que aun así no ha permitido una correcta identificación del momento específico del hincado del menhir. En Piedra Alta (San Pedro Samuel, Burgos) el menhir aparecía hincado en el centro de un túmulo que contenía restos humanos y artefactos propios del tránsito entre el Neolítico Final y el Calcolítico pero, por desgracia, fue imposible de identificar mediante la excavación si el menhir se hincó en el túmulo ya existente o si, por el contrario, el túmulo se edificó alrededor del menhir. A ello deben añadírsele otros dos casos, el de Canto Hito (Revilla de Pomar, Palencia) y Sansón (Villanueva de Henares, Palencia), en el que las excavaciones sólo ofrecieron indicios que sugieren una cronología prehistórica indeterminada de los monumentos, sin mucha más certeza que eso.
3. La interpretación de la alineación
Como podéis ver, las intervenciones realizadas en estos monumentos no han sido lo que se dice una plétora de datos pero, no obstante, en todos se han recuperado pruebas más o menos contundentes de su cronología prehistórica. Poco más podemos afinar por el momento, pero a falta de que las más punteras técnicas de datación se perfeccionen –esperamos en unos años ver las posibilidades que ofrece la OSL– actualmente seguimos manejando la hipótesis de que los menhires fueron coetáneos y que formaron parte de una alineación coherente.

Toma de muestra para una datación por OSL, la cual permite saber cuándo fue la última vez que la luz solar incidió en un material. Las condiciones de luz roja son necesarias para evitar que una potente fuente de luz blanca como la solar contamine el proceso.
En cuanto a este último aspecto es sobre el que hemos indagado también mediante otras vías, distintas de las puras prospección y excavación, como son las de la denominada arqueología espacial, la geoestadística aplicada al estudio del registro arqueológico. El análisis de las relaciones espaciales que existen entre los menhires y el territorio –orografía, hidrología, climatología, etc.– y los menhires entre sí –intervisibilidad, camino menos costoso, etc.– nos revelan que de menhir a menhir discurriría una ruta cómoda para, desde las tierras sedimentarias del centro de la Cuenca del Duero, ascender por los páramos calizos siguiendo un camino jalonado a intervalos regulares (unas 4 horas a pie) y teniendo a la vista en la mayor parte del mismo al menos un menhir para, finalmente, cruzar el puerto de Pozazal y alcanzar los altos valles de la región cantábrica.

La alineación de menhires. A la izquierda, los yacimientos –en mayúscula, los excavados–, a la derecha, la hipotética ruta y las cuencas de visibilidad (Villalobos et al. 2015, véase bibliografía al final de post)
¿Significa todo esto que los menhires formaron parte de una alineación que fue levantada por unos ganaderos tardoneolíticos/calcolíticos que, quizás en un sistema de transterminancia, habrían subido a los valles en verano y bajado a la campiña en invierno? Todavía es pronto para decirlo. Probablemente necesitemos más pruebas. ¿Cuántas más pruebas son necesarias para que la hipótesis pase a ser algo más serio? No lo sé. Ni nadie lo sabe. Es una de las peculiaridades de una ciencia humanística como la arqueología. No obstante, y pese a que nunca vayamos a dar con la prueba definitiva que demuestre nuestra hipótesis, seguiremos indagando en este curioso conjunto de yacimientos.
Julio de 2018
Pd. Si el post os ha sabido a poco, os adjunto la bibliografía científica que poco a poco ha ido saliendo sobre el tema:
Moreno Gallo, M. Á., & Delibes de Castro, G. (2007). Dataciones absolutas para un menhir del valle de Valdelucio (Burgos): resultados de un sondeo en el túmulo de «La cuesta del molino». Zephyrus, 60, 173-179.
Delibes de Castro, G., Moreno Gallo, M. Á., Villalobos García, R., & Basconcillos Arce, J. (2012). Piedra Alta. El guardián del tiempo. San Pedro Samuel (Burgos). Burgos: Diputación de Burgos.
Moreno Gallo, M. Á., Delibes de Castro, G., López Sáez, J. A., Manzano, S., Villalobos García, R., Fraile Vicente, A., & Basconcillos Arce, J. (2012). Nuevos datos sobre una alineación de menhires en el norte de Burgos: el yacimiento de Las Atalayas, en Avellanosa del Páramo (Burgos). Sautuola, 16–17, 71-93.
Villalobos García, R., Moreno Gallo, M. Á., Basconcillos Arce, J., & Delibes de Castro, G. (2015). Menhires prehistóricos en el sector nororiental de la Meseta Norte Española. Análisis espacial concerniente a la hipótesis de una alineación estructurada y sincrónica. En A. Maximiano & E. Cerrillo Cuenca (Eds.), Arqueología y tecnologías de información espacial: una perspectiva ibero-americana (pp. 253-264). Oxford: Archaeopress.
Me parece muy interesante, la alineación en si. he escrito un libro «Lugares de Poder: los guardianes de la Luz» en el que hice un estudio de las alineaciones de dólmenes de la rioja alavesa, me gustaría poder comentarlo con alguien de su equipo. Un cordial saludo.
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